El segundo disco de Joe Crepúsculo (voz y teclados de Tarántula) se sitúa un paso por delante del primero, depurando la fórmula de ese pop raro, autista, casi de otro mundo, que tan bien sabe fabricar, para hacerla más cálida y cercana. Y es que no es fácil comulgar con una propuesta como la de este músico barcelonés. En esencia sus canciones no están muy alejadas de las de dos de los genios pop más subterráneos de la actualidad, John Maus y Ariel Pink, dos perros verdes a los que cuesta seguir la pista. Lo único que le separa de ellos es la frescura que despiden los veinte cortes de “SUPERCREPUS”, un disco que vuelve a apostar por el poder de los teclados y de las cajas de ritmos (la sombra de Denim e Hidrogenesse es alargada), y el gancho de una lírica brillante, para triunfar de forma rotunda.
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