sábado, 15 de mayo de 2010

Gorillaz - Plastic Beach (2010)


Damon Albarn saca el tercer disco de esa gallina de los huevos de oro llamada Gorillaz que a lo tonto se convirtió, con diferencia, en su proyecto más exitoso en todo el mundo, rondando los siete millones de copias con cada disco, el doble aproximadamente de lo que vendían Blur en su mejor momento. Hubo un día en que dijo que este proyecto estaba muerto y prefería centrarse en otra cosa llamada Carousel también junto a Jamie Hewlett, pero finalmente aquellas ideas han terminado dando lugar a ‘Plastic Beach’, un disco inspirado en un paseo por la playa en que Damon se encontró con basura tirada por el suelo.


El asunto no es un mensaje ecológico, sino más complejo. Se viene a decir que el plástico también pertenece a la naturaleza, puesto que sale de ella. Otro juego mental irónico marca de la casa que se aplica con acierto a lo largo del álbum. Aparece en casi todos los temas, desde por supuesto el título ‘Welcome to the Plastic Beach’ hasta ‘Rhinetone’s Eyes’ (”la naturaleza es corrupta, en las fábricas a lo lejos”) pasando por otros más sutiles. ‘Empire Ants’ pasa de lo acuoso y onírico a ser un tema un poco playero neo-acid en compañía del grupo Little Dragon. ‘Some Kind of Nature’, en el que canta Lou Reed, aunque su presencia no pasa de anecdótica, por temática podría ser considerado casi el central del disco, y la preciosa ‘Oh Melancholy Hill’, una de las canciones de amor más claras del álbum (”eres como una medicina para mí cuando estás cerca”) tampoco abandona el concepto y menciona un triste “árbol de plástico”.

El grupo no es tonto y no ha dejado de lado los singles. El monótono funk de ‘stylo´ podría no acabarse nunca y darte igual (para bien), ‘Superfast Jellyfish’ es POP 100% USA, vocoder incluido, con la ayuda de Gruff Rhys y De La Soul y ‘Glitter Freeze’ con Mark E. Smith de The Fall, puede ser electro un poco pasado de rosca, pero a ver quién se resiste a bailarlo. Hay una extraña mezcla de estilos en el álbum, también prueba de por dónde han ido los tiros en la carrera de Albarn en los últimos años: guiños muy clásicos, hip-hop, orquestas libanesas e incluso un ska que suena casi a Leonard Cohen (’To Binge’). No estamos ante un álbum que se copie o elogie en exceso porque no es el más alternativo ni el más innovador ni el más regular, pero resulta interesante (otra vez) en su recopilación de lo posmoderno.


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lunes, 10 de mayo de 2010

V.A. - Black Feeling (2007)


Antes de comentar los aspectos artísticos de Black feeling, es necesario aclarar que los grupos y artistas que figuran en el tracklist son ficticios, son pseudónimos creados expresamente para la ocasión, para dar la impresión de que se trata de una compilación de rarezas. Este es un proyecto impulsado por Adrian Gibson, el director del sello londinense Freestyle Records (y DJ asociado al Jazz Cafe de la misma ciudad), pero que ha sido realizado por Lance Ferguson, alguien a quien, en Acid Jazz Hispano, admiramos por ser el líder de The Bamboos, miembro de Cookin’ On 3 Burners y por su carrera en solitario con el nombre artístico Lanu. Ferguson, con la complicidad de músicos de The Bamboos y Cookin’ On 3 Burners, es el director artístico de este proyecto de versiones, pero para darle la apariencia de “un álbum que encontrarías practicando diggin en una tienda de discos caribeña o en una casa de artículos de segunda mano estadounidense” (en palabras de Freestyle Records) cada tema está firmado con un nombre diferente. Hasta la carátula está creada con la intención de parecerse a un viejo vinilo que ha pasado décadas cogiendo polvo en una estantería. Así pues, no existe ningún grupo que se llame Pacific Rhythm Combo, ni muchos menos un Sexteto Excelencio (qué bien se lo debieron de pasar poniendo los nombres), es inútil que, si acudís a Queens, preguntéis por la Queens Community Show Band, el Esperanto que figura aquí no es el que grabó un disco para Soul Jazz Records en 1995 y, naturalmente, no hay un músico que responda al nombre de Alvarado Rodriguez y que tenga un trío. En definitiva, que nadie se ponga a buscar como loco un vinilo en el que esté originalmente incluido alguno de estos cortes, porque no existe.

En cuanto al sonido de Black feeling, lo mejor será afirmar desde esta primera frase del segundo párrafo que se trata de una delicia, una recomendación segura para los que disfruten con esa triada de la música negra que conforman el funk, el soul y el jazz. Estos grupos improvisados para la ocasión ofrecen inspiradas y creativas versiones de clásicos de James Brown, Al Foster Band (la revisión de Night of the wolf es casi tan memorable como la original), Rusty Bryant o Richards People, además de curiosidades varias, como las reinterpretaciones Hippy skippy moonstrut (del que está extraido el sample utilizado para el hit Ain’t no other man, de Christina Aguilera) o Executive party, de la banda sonora de Rollerball. Black feeling no es imprescindible, pero dudo que alguien no crea que ha merecido la pena invertir dinero y tiempo en su escucha.





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